lunes, 28 de septiembre de 2009

Arena, deriva y caracol

Esta noche tengo ganas de escribir. No sé exáctamente de qué. Ahí averiguaremos conforme avancen las pulsaciones y los impulsos. Tal vez hable de guerra, de esta guerra que se siente aquí dentro en el pecho, en los hombros o en cualquier parte del cuerpo a la que la medicina alopática no pueda dar alivio. ¡Sí, eso es! Quisiera hablar de esa guerra que t@dos cargamos, que t@dos actuamos, que tod@s sufrimos pero que muy pocos se dan el tiempo y el valor de escuchar, de mirar, de sentir, de discernir y de transformar.

Tal vez sea eso lo que me ha traído a la casa de mi madre y padre acá en la provincia de Limón. No es el Caribe; ni Punta Uva ni Talamanca. Nos hacemos de cuerpo gracias al lenguaje que nos regalan nuestro padre y nuestra madre. Asì que la guerra empieza ahì, con el nombre del padre y la madre. Quizás pueda aprender algo aquí, donde se originó el remolino. No sabré qué es hasta que es; hasta que lo descubra.

Para el camino y como amuleto llevo el cariño de mucha gente y mi entusiasmo por aprender. La escucha atenta y el corazón en su lugar.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Reverberación de un cuento fundante

Independiwhat?
Independihow?
Independiwhen?

"La" independencia tica es como la historia de su "la" democracia "centenaria" o el "sí se puede" de la selección, puro alucín!

Lo más interesa quizá sea ver cómo la identificación inercial provista por las neoligarquías se les desborona a los "periodistas" deportivos en un plato de babas. Así las cosas, y siguiendo el cuento, Kenton es Juan Santamaría!

Me faltó algo en el texto primero: independitómela!

viernes, 11 de septiembre de 2009

Caminando

El sujeto es un recurrido,
un caminar entre las flores,
acompañad@, sonriente.

Pedro Rojas

(César Vallejo)

Solía escribir con su dedo grande en el aire:
”¡Viban los compañeros! Pedro Rojas”,
de Miranda del Ebro, padre y hombre,
marido y hombre, ferroviario y hombre,
padre y más hombre, Pedro y sus dos muertes.
Papel de viento, lo han matado: ¡pasa!
Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa!
”¡Abisa a todos compañeros pronto!”

Palo en el que han colgado su madero,
lo han matado;
¡lo han matado al pie de su dedo grande!
¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!
¡Viban los compañeros
a la cabecera de su aire escrito!
¡Viban con esta b del buitre en las entrañas
de Pedro y de Rojas, del héroe y del mártir!

Registrándole, muerto, sorprendiéronle
en su cuerpo un gran cuerpo,
para el alma del mundo,
y en la chaqueta una cuchara muerta.
Pedro también solía comer
entre las criaturas de su carne, asear, pintar
la mesa y vivir dulcemente
en representación de todo el mundo.
Y esta cuchara anduvo en su chaqueta,
despierto o bien cuando dormía, siempre,
cuchara muerta viva, ella y sus símbolos.
¡Abisa a todos compañeros pronto!
¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara para siempre!
Lo han matado, obligándole a morir
a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre, a aquél
que nació muy niñín, mirando al cielo,
y que luego creció, se puso rojo
y luchó con sus células, sus nos,
sus todavías, sus hambres, sus pedazos.
Lo han matado suavemente
entre el cabello de su mujer, la Juana Vásquez,
a la hora del fuego, al año del balazo
y cuando andaba cerca ya de todo.
Pedro Rojas, así, después de muerto,
se levantó, besó su catafalco ensangrentado,
lloró por España.
y volvió a escribir con el dedo en el aire:
”¡Viban los compañeros! Pedro Rojas”.

Su cadáver estaba lleno de mundo.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Consideraciones en un día violento cualquiera

La destructividad es parte de la vida. Es la vida que busca reposo de la vida, descanso del dolor que es el sufrimiento final. Ese sufrimiento final que lleva a la paz perpetua. El conflicto es parte inherente de la existencia; no existe existencia sin conflicto, sin problemas que resolver, sin obstáculos que sortear.

Se puede decir que la violencia también es factor en la existencia humana. Cualquier formación social precisa de ciertos límites (cierta violencia) a los impulsos humanos, tanto los agresivos como los reproductivos. Por lo tanto, es necesaria cierta instancia de mediación entre impulsos humanos individuales y existencia social. De manera similar, en el psiquismo esta la instancia que media entre los impulsos agresivos y reproductivos y la posibilidad de satisfacerlos en el entorno: el principio de realidad.

A nivel social, el principio de realidad puede ser entendido como ley con criterio de vida. Es decir, ley al servicio de los impulsos productivos y con discernimiento de singularidades.

El problema en relación a la violencia es que, primero no es única, ni tampoco unidireccional. Se produce en contextos donde la fuerza es asimétrica. Existen grupos que poseen los medios para agredir, vulnerabilizar, empobrecer. Existen otros grupos que reciben esa agresión, vulnerabilización y empobrecimiento. Estos últimos, con suerte, se irritan y valoran las agresiones, vulnerabilizaciones y empobrecimientos injustos. Se organizan e intentan resistir la violencia que reciben para sostener sus vidas y las de sus seres queridos.

Hasta aquí, podemos identificar al menos dos tipos de violencias: uno, la que se ejerce desde los grupos que poseen los medios (leyes, ejércitos, policías, medios masivos, iglesias) para mantener su dominio sobre los otros y dos, la que se ejerce desde los grupos que reciben la violencia de dominación y se quieren libres, alegres y vivos y se defienden y luchan para que, tendencialmente, no exista esa violencia de dominación. Es decir, se puede pensar en violencia que mata y en violencia que busca preservar la vida.

La resistencia pasiva no es lo mismo que resistencia no-violenta. La resistencia pasiva también es violenta, sólo que de manera distinta. Pero su objetivo es claro, restarle fuerza al rival.

Los procesos políticos son correlaciones de fuerza, y las formaciones sociales que esos procesos producen son expresión de esas correlaciones de fuerza. Idealmente, la letra de esa fuerza social es la ley. Sin embargo, la ley no funciona más que a través de instituciones y dentro de otro tipo de correlaciones de fuerza que no necesariamente necesitan expresarse en la letra de la ley para ser efectivas.

Por último, es posible pensar en una tercera forma de violencia. La violencia que se ejerce desde grupos vulnerabilizados hacia otros grupos que pueden ser, en ciertas circunstancias, vulnerabilizados, pero que es expresión o síntoma de la violencia inercial de la estructura social que empobrece. Es la violencia destructiva interiorizada por los grupos empobrecidos que funcionan inercialmente para que esa violencia estructural se reproduzca y se multiplique.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Sueño II

Vuelvo a soñar que estoy en medio de un entorno de guerra urbana; callejera, pero sin sentido. Esta vez yo llego a un lugar donde juegan al fútbol mi hermano Andrés y gente conocida de él. En el sueño, mi hermano es lo que podría ser calificado en los medios masivos como un pandillero. Todos andan armados. Juegan en la calle, y en eso hay confusión y llegan personas "enemigas". La mejenga callejera se dispersa y empieza el tiroteo. Yo me encuentro desarmado. Intento huir. En mi primer intento, me topo con un "salvaje" tatuado, con cicatrices en el estómago de viejas heridas. Se ve furioso. Huyo hacia otra dirección y me topo con un negro gigantesco con dos machetes, el afro tupido y cara de ningún amigo. Descarto ese camino como opción y finalmente tomamos (porque caigo en cuenta de que huyo con dos personas más) un "taxi informal". Entramos en el taxi apresuradamente. Le indicamos al taxista que vamos a Guadalupe, a lo que él contesta aliviado: "qué dicha". Yo me encuentro en el asiento de adelante y cuando veo hacia el asiento del chofer, veo que no hay nadie y el taxi avanza. Resulta que el "taxista informal" es una persona discapacitada (tullida, dirá el políticamente incorrecto). Y maneja desde la parte de atrás de lo que parece una "station wagon" ayudado por un espejo en la puerta de atrás que da hacia el parabrisas y unas muletas de metal.

Ahora, cambia la escena, estamos (mis acompañantes indeterminados y yo) en el taxi aún. Ahora yo estoy sentado donde comúnmente iría el conductor. Y a la par mía está el taxista informal, ahora incorporado en el asiento de adelante. Es una persona con una cicatriz sangrante en la cabeza. Luego la imagen se transforma un poco. Es un enano rubio, de corte de pelo de futbolista de los años ochenta. El compa muestra sus cicatrices y hace una historia de como han sido voluntariamente adquiridas. Me llama la atención la cicatriz que le cruza es cuerpo transversalmente. Inicia en la mano izquierda cubre el brazo, sobre el hombro, pasa arriba del pecho sobre el otro hombro, cubre el brazo derecho y hasta la mano derecha. El hombre se muestra hostil y hasta existe el temor en nosotros de ser asaltados por él...

Llegamos a nuestro destino, que es la casa mía pero que no es mi casa. Nos quedamos ahí, como escampando del asecho, pero el taxista también se queda, con la aprobación de mis acompañantes indeterminados. Yo estoy en desacuerdo y no comprendo cómo esas personas piensan dar alojamiento a una persona que minutos antes estuvo a punto de asaltarnos. El sueño acaba cuando me dispongo a dormir, en una habitación semi-iluminada, entre colchonetas tiradas en el piso.