domingo, 28 de noviembre de 2010

jueves, 14 de octubre de 2010

Playa Hechicero. De imprudencias y rescates.

Nadé hasta un banco de arena, la marea no estaba tan fuerte. Era consciente del peligro; ya había leído el letrero al entrar: “olas asesinas”. Hasta había leído cuidadosamente las instrucciones sobre qué hacer en caso de ser presa de una corriente. Después supe que ese letrero había sido colocado ahí por la familia de una persona que había muerto en esas aguas.
Nadé desafiando la advertencia, quizás un poco incrédulo sobre el peligro.
Acá una breve explicación. Las corrientes en las playas se generan por la topografía del lecho marino que forman las olas en su vaivén. En un punto, por lo general a una distancia intermedia de la playa se forma una duna de arena en el fondo, lo que se conoce comúnmente como banco de arena. Los bancos de arena atrapan el agua formando una piscina y las olas llenan esa piscina. Cuando se acumula el agua suficiente, la duna de arena en el fondo del mar cede y se genera la corriente. Similar a cuando uno llena una pila con agua y luego quita el tapón del desagüe. Existen playas que poseen un tipo de topografía marina en la que el desagüe no tiene tapón, lo que genera una corriente permanente y un canal relativamente profundo en la superficie de arena de esa zona.
La playa Wizard, en Bocas del Toro es un ejemplo de esta segunda variante.
Llegamos hasta un banco de arena. Brian había salido hasta ahí en busca de olas más grandes. Yo, con la intención de nadar y acompañarlo. Una vez en el banco de arena, donde el agua me podía llegar al cuello, decidí regresar. Hasta ese momento estaba tranquilo.
Emprendí el nado en una línea diagonal por mi lado izquierdo. Mientras nadaba observaba cómo el mar se hacía más y más profundo, detalle que no recordaba al entrar. Ahí sentí el primer mordisco.
Recordé que había estado toda la mañana “esnorqueleando” y que había hecho bastante esfuerzo, sobretodo en las piernas, por las patas de rana.
Tomé consciencia de mi agotamiento en pleno mar profundo.
Seguí nadando, pero sentía que no progresaba. Segundo mordisco, esta vez en la pantorrilla. Pensé que no era un buen momento para sentir miedo, que no podía dejarme sentir miedo ahí, justamente ahí, donde las olas reventaban y estaba tan azul el agua. Seguí mi camino, pero el instinto de muerte me invadía las venas. Podía probar su óxido en el paladar. Avancé cinco brazadas más y ya era su presa.
Durante estos instantes, que podrían haber sido no más de tres minutos desde nuestra partida de arena firme, Brian nadaba como a tres cuerpos de mí. Él parecía esforzarse, pero no había sido poseído por el instinto de muerte. Le dije, como pude, que buscara ayuda.
Noté que había un muchacho en su tabla de surf a unos diez metros de dónde me encontraba. Pensé que era mi única esperanza de sobrevivir, y nadé hacia él. Le pedí ayuda, pero él parecía ignorarme intencionalmente. Le hablaba en español, pero parecía no enterarse de que me encontraba en problemas. Le hablé en inglés, y esta vez sí reaccionó. Le decía “can you please help me?” Le expliqué que estaba cansado y que no creía poder regresar a la playa sin ayuda. Él, muy preocupado se acercó y me dijo que podía sostenerme a flote con su tabla de surf. Se veía nervioso. Inmediatamente caí en cuenta de que no era un surfeador muy experimentado. Yo estaba asustado, pero pensé que si no lograba mantenerme calmado, nos pondría en riesgo a ambos.
Estuvimos flotando un rato en la tabla, haciendo intentos tímidos de salir. Las olas reventaban. En un momento, él me dijo que intentara salir en su tabla, que él podía salir solo. Me dijo que era bugueador. Yo intentaba hablar en tono ecuánime, sin evidenciar mi miedo.
Una vez montado en la tabla, hice el primer intento de salir en una ola, pero mi rescatista amateur tenía el “leash” puesto todavía, por lo que salí volando de la tabla y le pegué tremendo jalón por los pies. Nos reagrupamos y él decidió soltarse el leash. Yo le decía que no se alejara, que ambos debíamos permanecer juntos cerca de la tabla.
Para este momento, ya había gente en la playa que entendía que estábamos en problemas. Carlos, surfeador con experiencia y entrenado en rescate, pidió una tabla prestada y se metió a sacarnos.
Cuando lo vi venir, sentí un gran alivio, pero era consciente de que no estaba a salvo aun.
Carlos llegó en su tabla y le expliqué como pude nuestra situación. Primero intentó remolcarme agarrado al “leash” de su tabla, pero el esfuerzo fracasó. Entonces optó por darme pequeños impulsos desde la parte posterior de mi tabla. Yo en ese momento, a pesar de que entendía que lo peor había pasado, aun estaba entumecido por el miedo. Me costaba remar en la tabla. También me preocupaba el amigo que de buena gana me había ayudado. Me aterraba pensar que él no pudiera salir; no podría perdonarme que le sucediera algo por mi culpa.
Después de lo que pareció un largo rato de batallar con las olas, todos alcanzamos la zona segura de la playa. Yo casi no podía caminar, sentía las piernas débiles, unas ganas profundas de llorar y revoltijo de alegría y vergüenza indefinible. Le decía con inevitable emoción a mi amigo rescatista inicial que podía estar seguro de ese día había salvado una vida humana.
Se llamaba Nick. Era de la Florida, tenía 18 años y estaba en Bocas de paseo. Decía ser surfeador asiduo y haber experimentado situaciones similares, pero su historia no resultaba creíble.
Nunca noté miedo en él; probablemente porque todo el miedo de la región era monopolio mío. Tal vez nunca tuvo noción del peligro que corrimos. Sin duda jamás podrá imaginarse la gratitud que siento por él.

domingo, 18 de julio de 2010

Shape Of My Heart

He deals the cards as a meditation
And those he plays never suspect
He doesn't play for the money he wins
He doesn't play for the respect
He deals the cards to find the answer
The sacred geometry of chance
The hidden law of probable outcome
The numbers lead a dance

I know that the spades are the swords of a soldier
I know that the clubs are weapons of war
I know that diamonds mean money for this art
But that's not the shape of my heart

He may play the jack of diamonds
He may lay the queen of spades
He may conceal a king in his hand
While the memory of it fades

I know that the spades are the swords of a soldier
I know that the clubs are weapons of war
I know that diamonds mean money for this art
But that's not the shape of my heart
That's not the shape, the shape of my heart

And if I told you that I loved you
You'd maybe think there's something wrong
I'm not a man of too many faces
The mask I wear is one
Those who speak know nothing
And find out to their cost
Like those who curse their luck in too many places
And those who fear are lost

I know that the spades are the swords of a soldier
I know that the clubs are weapons of war
I know that diamonds mean money for this art
But that's not the shape of my heart
That's not the shape of my heart


sábado, 10 de julio de 2010

"Yo quize imaginarme, en paz sin posesión,
sin látigo ni dueño, tan sólo atado al sueño
que soñó el corazón" L.E. Aute

martes, 29 de junio de 2010

Deseo o piedad

¿Qué es lo que impulsa a desear? Es una de esas preguntas de respuesta difícil. Sobretodo si se tiene en cuenta que desear es obtener satisfacción en la pérdida.

Hay quienes hemos crecido con miedo a desear. Desear implica salir y mojarse, implica caer y querer.

Se trata de subjetivar la muerte, de aceptar esa desolación, esa soledad.

Es hora de dejar de esperar piedad de la muerte.

martes, 25 de mayo de 2010

Orá Memo

Los doctores ingleses y sus manías epistolares
no pagaron sus ilustres malabares

domingo, 23 de mayo de 2010

Guerrilla en línea

Muchas veces siento el deseo de cambiar el mundo
otras siento que el mundo seguirá con el mismo sentido a pesar de mis esfuerzos
por lo pronto no rehuyo de ningún combate en facebook.

sábado, 22 de mayo de 2010

30 kilos en la espalda

El agua baja como el hambre
el fuego sobre las piedras del acantilado
sin fuerzas rinde su último homenaje a la vida
las balas le alcanzan la pierna y su fusil.
Así nació y se quedó para siempre entre todos nosotros.

domingo, 25 de abril de 2010

Carta a la autoridad laboral autoritaria

I´m struggling again with the limits that need to be imposed on them by the program. It´s hard for me to ask them to abide by the rules; it´s emotionally tiring for me to put my body and actions in that position of authority, the program´s authority. It´s hard for me to say no to them. I can´t seem to find the will nor the proper way to ask them politely and assertively to follow the norm. I tend to get mad and tense in this position. My thoughts when I´m confronted with their demands are: Why should I be the one to impose these limits on them, I´m not their parents, I´m not their legal guardian. I strongly believe that adults only change for the better if they choose to do so.

I tend to think that most of these kids do not want any change in their lives; that they are here because they want everything to remain the same (I understand that this may be unfair to them). Most of them need to be told what to do, how to do it and when (demand for an authoritarian Father). And when you meet this demand, they blame you for being the cause of their suffering. All in all, I´m overwhelmed by a lack of faith that anything that I do will help these kids if they don´t help themselves. I refuse to be an authoritarian father or any kind of father for them.

You pointed out to me when you decided to hire me that I had ambivalences toward my father (or I thought you did, anyway). It is not my father that I rebel against, it´s against authoritarian violence. My real father is just a human being, he can´t be made ultimately responsible for the violence he acted upon when assuming his inertial identification as a father. Like any human being, he made mistakes and also contributed to the good that is in me.

Sometimes, I feel that my role as a mentor in the program is that of a watchman, a policeman or a supervisor; all forms of delegate authority. If you think about it, policemen are the ones who repress and receive counter repressive violence. Commonly, policemen seldom question their role. The key questions here are: What type and form (character) of authority am I a delegate of? Do I believe in that authority and its principles? Can we be good delegates of power and authority if we don´t believe in that power or authority? What is there for us to do?

My intention for sharing these thoughts with you is to receive your council and to appeal to your compassion. I say these words out of respect and honesty. I feel that my difficulty to deal with this is making my work less effective and, therefore, contributing to the failure of the program.

Thanks,

Esteban

sábado, 24 de abril de 2010

Precisión teórica

Es necesario discernir qué es prohibido por el sistema de dominación y qué es efectivamente imposible. No todo lo prohibido es imposible, sí, pero no todo lo imposible es imposible por prohibido.

El Yo y el Goce

Hubo palabras que no pude dejar de decir,
injusticias que no pude dejar de denunciar,
violencias que me pedían silencio a cambio de goce obsceno.

A pesar de mi fantasma,
a pesar de mi miedo,
si algo tuve de rebelde fue decir lo injusto a pesar de mi mismo.

- ¡Calláte y gozá!
- No.

viernes, 16 de abril de 2010

¿Autonomía universitaria?

"Quis custodiet ipsos custodes?", que sea, ¿Quién wachimaneará a los wachimanes?

miércoles, 7 de abril de 2010

Quisera renunciar al goce

¿Dónde pongo mi carta de renuncia? ¿Será posible renunciar a el?

Creo poder describir qué es. Es eso que se siente cuando uno no se puede sentar a escribir una asignación de la universidad, a pesar que solo queda un día para hacerla. Lo que se siente cuando uno debe llegar donde el profesor para pedirle más tiempo, que por favor lo dispense, que tuvo ulceras en la vesícula o piedras en el estómago.

Es eso que se siente cuando a usted le gusta una persona mucho y su inconsciente hace todo lo posible porque esa persona le diga que no. Es ese sentimiento en los instantes incómodos donde usted quisiera besarl@ pero usted no se da el valor.

Es eso que se siente cuando usted tiene un empleo de mierda, alienante, cosificante, y no puede darse las fuerzas ni el valor para buscar otra alternativa. Cuando usted reniega, alega por lo mal que le va, el poco dinero que tiene, la poca suerte que le tocó, etc. Ahí está gozando.

Es ese 'placer' destructivo que su yo obtiene cuando se ubica en lugares de impotencia. Cuando usted se deja matar, se deja dominar, se deja destruir.

Es el 'placer' de la dominación. El 'placer' que se siente al comprar estupideces que no se necesitan más que para hacer violencia a los que no pueden comprarlas.

Es eso que se siente cuando usted nota que come en exceso y no puede evitarlo. Es eso que se siente cuando usted se mata de hambre y no puede evitarlo.

El goce es lo que reproduce y perpetua al sistema de dominación. Es 'placer' destructivo, ensimismado, incomunicado, aislado.

Puedo darle sentido, pero ¿como renuncio a él?

sábado, 3 de abril de 2010

Nota de un día cualquiera con dolor de espalda

Denso saco en la espalda
crónico dolor de angustia
el precio que se debe pagar
por ser quién no se debe ser
por ser menos yo
por ser más común
Sal en los ojos
niebla en la frente
el futuro no es más que esfuerzo presente
la pereza es la red
La infelicidad procura buenos negocios
garantiza el reino de las cosas sobre las personas
el trabajo y la cama
un nudo, un yugo
Mudo, impotente
Así lo manda el poder que envilece
el poder que se impone como verdad única
el poder que se sostiene sobre los hombros
con el látigo, con el billete, con la camarita
El problema es que se goza mucho hablando
que se puede hablar
que se habla y se habla para no hacer
que se hace y se hace para no hablar
que se hace y se habla pero no se escucha
y si se escucha, se escucha muy bajo todavía
casi inaudible, en el fondo
Ahora se escucha, se habla y se hace.

sábado, 27 de marzo de 2010

Qué hacer cuando no se sabe qué se quiere ser ni qué hacer

¿Qué hacer cuando no se sabe qué se quiere ser, qué se quiere hacer? Me pasa que soy de esas personas que se sienten atrapadas por las arenas movedizas de la dominación social. Soy una persona que ha sido desagragada por años, que ha sido lesionada en su estima, que ha sido disciplinada, que ha sido amaestrada.

Para hacer el efecto más desesperante, puedo analizar todo lo anterior, y sin embargo no sé hacia donde ir. A veces siento el impulso de ir en busca del Señor para que me diga en su voz celestial: ¡por las piedras Juan! Lo cierto es que las piedras no las veo por ningún lado. Lo que veo es una mar violenta y oscura y siniestra que lo abarca todo, y una lluvia de siglos, con truenos y relámpagos de ordenes y mandatos.

A veces creo que mi problema es no trabajar (estar empleado, entiendase, "ganarse la vida") donde quisiera. Me digo a mí mismo, "me gustaría trabajar en alguna actividad en la que pueda hacerme útil y servir y crecer y aprender". Me visualizo en alguna actividad política, dando luchas, aprendiendo y creciendo con gente que exige vivir.

La primera parte de esto que digo se resuelve fácilmente: hacerse útil, servir, crecer y aprender son posible en cualquier lugar, dependiendo de la forma en que se posicione el sí mismo en ese lugar. La interrogante que surge inmediatamente al lector atento es: ¿y qué será ese sí mismo? El autor también se lo pregunta.

La segunda parte no es tan simple. Sobretodo si uno tiene contacto con el 'mundo' de las luchas 'políticas' en Costa Rica. Unos se juegan toda su dignidad y su buen animo cabalgando (haciendo el intento al menos) el Leviatán escualido y carencial de las formaciones sociales exprimidas y empobrecidadas de la periferia capitalista. Se juegan su plata y la de los otros en el casino trucado de la farsa electorera.

Los otros se juegan su vida, su dignidad y su buen ánimo en la 'Lucha Política Verdadera', intentando demostrar que su visión y su camino es El Camino hacia la redención final socialista, comunista o de mercado, da lo mismo. Para peores, esta Lucha Política Verdadera se vuelve un medio de subsistencia, es decir, un empleo... Vamos mal... Lucho en tanto la cooperación Europea o yankee o lo que sea me financia mi luchita. Y mi luchita es un decir, en realidad no es mía, no, no. En realidad es la lucha de quién paga para que se dé la lucha. Incidencia política un día, el otro salud sexual reproductiva, el otro los objetivos del mileño y así. Todo parte del hacer y hacer mucho para que no cambie nada. Para que haya siempre algo por lo que quejarse, para que haya siempre alguien o algo en quién o en qué descargar mi ira y que me sirva para malmorir de la misma forma sólo que con signo diferente.

Desde lejos, todo esto lo único que me genera es la visión de un mar más violento, más oscuro y más siniestro.

Muchas veces he querido pertenecer a algo, a una causa, a una fe... Pero no creo en nada. La publicidad me ha despojado de la capacidad de creer. La vanidad propia y ajena me a quitado la esperanza.

Esto último es importante. La vanidad. A veces pienso que la mayor parte de las cosas que hago las hago buscando ser reconocido, ser nombrado, ser querido. Quisiera ser importante, ser recordado como Bolivar, el Che o Fidel. Quisiera ser admirado y tener el poder de fulminar con mi dedo índice, como el difunto Papa a Ernesto Cardenal. Hayé una parte de mí que se reconoce de esa forma. Pero hayé otra que no. Hay otra parte de mi que no quisiera fulminar a nadie con el dedo índice, como el difunto Papa a Ernesto Cardenal. Que no quiere utilizar su estatus, ya sea de funcionario, de revolucionario o de reaccionario, para hacer violencia a otros. Que no quiere, que se niega, a obtener prestigio y poder a costa de otros. A costa de venderse, a costa de envilecerse, a costa de ser mezquino, de sintir envidia, de desear el mal a otros.

Ahora, ¿toda esta hablada de mierda para qué? Para decir que no se hace nada hablando, pero tampoco haciendo sin reflexión, sin crecer desde dentro, sin reconocerse y sin pensarse en situación.

sábado, 13 de marzo de 2010

Furia en la carretera

Soy de esas personas que se molestan cuando una persona me pita, fundamentalmente cuando creo que el llamado de atención es inmerecido o injusto.

Hoy, al desplazarme de mi casa al empleo, me disponía a hacer un giro a la izquierda en el semáforo de Muñoz y Nane para dirigirme hacia Curridabat. Confieso que me preparaba para hacer una maniobra ilegal por el carril de en medio que sólo tiene giro a la derecha, pero al entrar a la intersección me arrepentí e hice el giro a la derecha como había que hacerlo.

En el momento de la duda, recibí el estimulo del pito (no me deja de sonar obseno, pero claxson suena cursi) del compa que venía atrás. Me irrité, pero valoré el pitazo legítimo, la persona tenía razón, leyó que yo me disponía a hacer un giro ilegal.

Muy bien, entonces avanzo hacia la derecha para utilizar la calle que sube y sale en frente de Plaza del Sol, que es un giro a la izquierda en "el antiguo higuerón", donde hay dos calles, en forma de "y". Una pasa en frente de la estación de gasolina y la otra, que es un giro más agudo, no.

El asunto es que el compa que me había indicado legítimamente con su bocina que no hiciera la animalada que me disponía a hacer, nuevamente accionó su bocina, esta vez, de manera ilegítima y, además, más profusa que la vez anterior.

Por supuesto, a la agresividad del chofer a mis espaldas, responsdí con agresividad. Le dije: "¿y ahora, porqué que putas está pitando?" y lo miré de forma desafiante por el retrovisor. El mae procedió a insistir con su bocina, a lo cual respondí quedandome ahí, obstaculizándole el paso por algunos segundos eternos.

Por instantes, hasta me pasó por la mente bajarme del carro a solicitarle a nuestro compañero que se dispusiera a resolver el pequeño dilema a los golpes. Por suerte no soy Bruce Lee ni tengo el coraje de Corazón Valiente ni porto un arma. Tampoco soy tan bruto ni tan suicida potencial como el machi-tico normal. Gracias a esta mezcla de cobardía relativa, sensatez y un instante fugaz de buen juicio entre la seguidilla de desaciertos que relato, me contuve de escalar el problema a otro nivel de mayor agresividad.

El "altercado" terminó cuando su servidor hizo el giro que debía y el susodicho chofer pitante pudo seguir su camino. Todo esto sucedió hoy Sábado 13 de marzo de 2010 a las 7:50am.

Y ahora, usted posiblemente se preguntará: ¿y qué afán tiene este mop en contar esta historia? Ninguno, en realidad. No hay afán. Tampoco hay moraleja.

Pensaba que se podía hacer todo un análisis de la agresividad y la represión de los impulsos de la libido. Que toda esta agresividad en la calle, esta autodestructividad tenga que ver con el impulso suicida que nos conduce a la muerte. Ese goce de volver al momento de quietud primera, ultima. De volver al sitio no conflictivo del no-ser.

También pensaba que podría estar relacionado a que el dique de los impulsos libidinales que construye el sistema de dominación en las formaciones sociales contemporáneas produce que los impulsos, inclusive los reproductivos de la vida, se desborden en autodestructividad. Tal vez la felicidad, entendida como una especie de homeostásis, es imposible. Quizás imposible y prohibida. Tal vez sea bloqueada por el dinero y sus espectros, por el prestigio y sus fantásmas, por el goce y su obscenidad.

lunes, 1 de marzo de 2010

¡No se preocupe, viva feliz!

Estas sociedades en las que malmorimos se basan en la autocastración gozosa. Lo importante es no salir. Mejor que se pierda la esperanza antes que salir. La única salida a la muerte en vida es la muerte en muerte. Goce, consuma todas las drogas que pueda tolerar su cuerpo, todos los litros de Coca-Cola y hamburguesas que su sangre soporte, compre todos los venenos envueltos en papel celofán que aguante su piel. Coja todo lo que pueda, mientras no establezca una relación humana al hacerlo. Y si no puede o no quiere coger, ¿para qué está internet? El more than you can eat en pornografía. Free porn, domination guaranteed. Así, usted puede seguir malmuriendo su relación matrimonial antihumana sin más contratiempos que su culpa desgarradora y desoladora. Véalo por el lado amable, al menos se puede desquitar la frustración y furia con el perro o con sus hij@s, que para efectos prácticos son lo mismo. También está su espos@.

En su trabajo, sea lameculos, indigno, arrodíllese ante sus jefes, que piensan que usted es un indio (y esto, aunque usted no lo crea, es algo negativo para sus jefes, no folclórico) con retardo mental, indigno y lameculos. Acumule prestigio, aunque sea a costillas de otros, si no puede expoliar a nadie materialmente, ríase de sus defectos, o mejor aun inventele alguno, le darán puntos por su creatividad. Lo importante es que usted muestre lo que usted vale por el lagartito que lleva en sus pectorales regordetes, eso sí, la camisa debe ser original, es decir, usted debió haber pagado 45 mil colones por ella, aunque sea una violación anal con testículos incluidos. Esa es la actitud, sentirse feliz y contento por ser copulado sistemáticamente por el ano sin que usted lo desee. La vida es un carnaval (Celia dixit).

jueves, 14 de enero de 2010

¿Quién o qué nos obliga?

¿Quién o qué nos obliga? Esa es la pregunta. La respuesta es: ¡nadie! Pero ¿de donde viene este sentimiento de estar obligado a hacer cosas que no queremos? ¿De donde viene esa sensación corporal?

Es fácil decir: nadie nos obliga. Hasta es finalmente razonable. Sin embargo, hay un peso, una densidad de la cual es complicado librarse, liberarse. A pesar de que nadie nos oblige, sentimos esa demanda de los otros, del Otro. Finalmente, se puede decidir por sí mismo, se puede ser sujeto. Si quiero, cumplo, bajo mis propios términos. Si quiero no cumplo y ya.

Pero ese "y ya" no es tan simple. Como lo dijo un poeta inglés en algún momento: no somos islas. Es decir, que nuestra voluntad y nuestras decisiones se posicionan en un campo de relaciones. Eso quiere decir, que lo que se decide o lo que se busca no está determinado enteramente por nosotros. Existen barreras, que no son invencibles, pero las hay. Hay muros, no son mera ilusión. Si fueran ilusión, se resolvería el problema con leer libros de psicología barata y ponerlos en práctica.

Lo que nos hace sujetos es la voluntad de derribar los muros, o al menos, de saltarlos o pintarlos con graffiti.