A las tres llegué al supermercado. No había azúcar en la casa. Tenía varios días de no abrir las cortinas, de no sacar la basura orgánica. Me distraje en los pasillos brillantes, veía el mosaico rosado. Coca-Cola, té, filtros. ¿Qué buscaba? Azúcar.
En el carro pensaba en las veces que tuve que pedir permiso. Permiso para mear, permiso para pestañar. El grillete de plástico acolochado. El maldito timbre.
El fin de quincena paga el alquiler. Sí, sin duda. Pero es un alquiler muy caro.
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