martes, 26 de agosto de 2008

Caminando

Son las doce de la noche.
Este vacío me espanta, me quita el sueño.
Caminé por donde caminábamos y sentí un corte
en el revés del pecho a la izquierda y abajo.
Caminé despacio; te recordé entre las flores.
Ahora, en la esquina hacen tatuajes y a la par hay un minisuper.
Envejecí cuatro semanas en dos minutos.
Nos dejé caer con la torpeza habitual con la que se me caen
las tazas o los cubiertos.
No soy dueño de mi torpeza.
Una vez mi mamá me regañó porque dejé caer un vaso y se quebró.
Hoy me cortan todos los vidrios de todos los vasos.
He vuelto a ser aquel niño, sólo que ahora menos sensato y urgido de algún amigo.

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