miércoles, 10 de diciembre de 2008

Deseo, incomunicación y consumo

Desde hace un tiempo me empeño en desentrañar el tema de la coincidencia, el deseo y los muros. No avanzo mucho, a pesar de asistir religiosamente al diván.

Si el deseo solo puede ser satisfecho parcialmente, ¿qué permite que se detenga el impulso del consumo? ¿Es posible alcanzar estados de satisfacción estables o de equilibrio, como algún amigo bloggero me sugería?

Este tema me parece importante, porque el modo de dominación nos ubica en un lugar de contradicción que permite que los esfuerzos humanos sigan orientados hacia la desigual acumulación de riqueza y, por ende, hacia la guerra en contra del tejido social humano y la naturaleza.

El desgarre, al menos para un "machito" patriarcal como yo, que pertenece a una formación social cuyo Estado aun no está separado de la Iglesia, se haya en la siguiente contradicción: las relaciones de pareja deben ser monogamicas, según las buenas costumbres y la inercia cultural conservadora, es decir, el sistema de dominación, y por otro lado, se satura la cotidianidad de sexo, sobretodo gracias al complejo comercial publicitario. El sexo vende, sobretodo los cuerpos de mujeres dispuestos al consumo.

Entonces, ¿qué insatisfacción es "natural" propia de la forma parcial de la satisfacción del deseo y qué insatisfacción es inducida?

Hace un tiempo, conversando con amigas, alguna me decía: "uno nunca puede mostrar todas las cartas", sugiriendo que para que alguien corresponda al propio deseo, uno debe esconderlo, encubrirlo o insinuarlo. Un amigo, un poco más primitivamente, me decía: "cuando a usted le gusta una mujer, lo mejor que puede hacer es ignorarla", palabras soeces más, palabras menos.

Pregunta: ¿cuando uno desea, lo mejor será mostrar que no se desea o que no se desea tanto? A mí no me deja de sorprender este nivel de incomunicación. Yo creo que es más fácil cuando las cosas son claras desde el inicio. Así, no hay espacio para malos entendidos. No es necesario interpretar nada, porque no hace falta.

Ahora, ustedes se preguntarán, ¿qué tiene que ver lo de los malentendidos con lo primero que se mencionaba sobre el desgarre entre la monogamia y el sexo como impulso del consumo? Pues bien, me parece que tienen relación.

El tener que insinuarse o mostrarse parcialmente tiene que ver con la forma represiva que adopta el deseo en las formaciones sociales contemporáneas. Ese sí pero no, es para fines prácticos un no. Pero no es un "no" definitivo. Es decir, que hay que buscar el sí, hay que esforzarse, no hay que darse por vencido. Como si uno estuviera en una carrera o en una competencia o en una guerra.

Guerra es la palabra clave. Sí se está en una guerra, o más bien en varias a la vez. Ese es justo el problema.

Si l@s human@s nos dedicaramos a querernos, a mirarnos, a escucharnos, a reconocernos, a acompañarnos y a resistir a eso que incomunica, inevitablemente habría que producir otras formas de relacionarse y con ello, otra sociedad diferente a ésta. Quizá, más amable, más liviana, más cercana, más humana. Por lo tanto, es preciso crear las condiciones para incomunicar, para evitar que aparezca lo que importa verdaderamente ahí donde se instalan los móviles, los implantes, las navidades y los dientes blancos.

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