lunes, 15 de diciembre de 2008

Tropezón

El sonido del aire acondicionado me hace recordar que vivo aturdido por la bulla de este edificio donde no existo. Veo lo que hago sin darle carácter, sin poder imprirmirle dirección, sur.
Tengo tres días de pensar que la resistencia se hace contra la pereza,
pero la pereza gana, y gana quién deambula como zombie,
quien es normal.
Quién se aviene a las normas, quién acepta las prohibiciones,
quién fluye en el alud de barro y piedras de crack.
Esta vitrina muestra ropa americana enmohecida,
tejida por manos centroamericanas o indonesas, da lo mismo.
Como da lo mismo lo que llueve,
lo que seca, lo que muele.
Da lo mismo la cáscara de huevo en media autopista,
da lo mismo mi muerte y la vida y el sol.
La luz del sol se extinguirá y nada será todo o al revés.
A veces los carros me golpean con sus faros en la sien.
A veces el asfalto es mi cama.
A veces me veo desde el alambre de un transformador cercano.
A veces sueño con detonaciones y muchedumbres,
con su descarga de corriente en la columna.
Estoy harto de caer en los mismos huecos,
mis huecos, mis ecos, como el sin par borracho Antón.

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