lunes, 28 de septiembre de 2009

Arena, deriva y caracol

Esta noche tengo ganas de escribir. No sé exáctamente de qué. Ahí averiguaremos conforme avancen las pulsaciones y los impulsos. Tal vez hable de guerra, de esta guerra que se siente aquí dentro en el pecho, en los hombros o en cualquier parte del cuerpo a la que la medicina alopática no pueda dar alivio. ¡Sí, eso es! Quisiera hablar de esa guerra que t@dos cargamos, que t@dos actuamos, que tod@s sufrimos pero que muy pocos se dan el tiempo y el valor de escuchar, de mirar, de sentir, de discernir y de transformar.

Tal vez sea eso lo que me ha traído a la casa de mi madre y padre acá en la provincia de Limón. No es el Caribe; ni Punta Uva ni Talamanca. Nos hacemos de cuerpo gracias al lenguaje que nos regalan nuestro padre y nuestra madre. Asì que la guerra empieza ahì, con el nombre del padre y la madre. Quizás pueda aprender algo aquí, donde se originó el remolino. No sabré qué es hasta que es; hasta que lo descubra.

Para el camino y como amuleto llevo el cariño de mucha gente y mi entusiasmo por aprender. La escucha atenta y el corazón en su lugar.

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