sábado, 27 de marzo de 2010

Qué hacer cuando no se sabe qué se quiere ser ni qué hacer

¿Qué hacer cuando no se sabe qué se quiere ser, qué se quiere hacer? Me pasa que soy de esas personas que se sienten atrapadas por las arenas movedizas de la dominación social. Soy una persona que ha sido desagragada por años, que ha sido lesionada en su estima, que ha sido disciplinada, que ha sido amaestrada.

Para hacer el efecto más desesperante, puedo analizar todo lo anterior, y sin embargo no sé hacia donde ir. A veces siento el impulso de ir en busca del Señor para que me diga en su voz celestial: ¡por las piedras Juan! Lo cierto es que las piedras no las veo por ningún lado. Lo que veo es una mar violenta y oscura y siniestra que lo abarca todo, y una lluvia de siglos, con truenos y relámpagos de ordenes y mandatos.

A veces creo que mi problema es no trabajar (estar empleado, entiendase, "ganarse la vida") donde quisiera. Me digo a mí mismo, "me gustaría trabajar en alguna actividad en la que pueda hacerme útil y servir y crecer y aprender". Me visualizo en alguna actividad política, dando luchas, aprendiendo y creciendo con gente que exige vivir.

La primera parte de esto que digo se resuelve fácilmente: hacerse útil, servir, crecer y aprender son posible en cualquier lugar, dependiendo de la forma en que se posicione el sí mismo en ese lugar. La interrogante que surge inmediatamente al lector atento es: ¿y qué será ese sí mismo? El autor también se lo pregunta.

La segunda parte no es tan simple. Sobretodo si uno tiene contacto con el 'mundo' de las luchas 'políticas' en Costa Rica. Unos se juegan toda su dignidad y su buen animo cabalgando (haciendo el intento al menos) el Leviatán escualido y carencial de las formaciones sociales exprimidas y empobrecidadas de la periferia capitalista. Se juegan su plata y la de los otros en el casino trucado de la farsa electorera.

Los otros se juegan su vida, su dignidad y su buen ánimo en la 'Lucha Política Verdadera', intentando demostrar que su visión y su camino es El Camino hacia la redención final socialista, comunista o de mercado, da lo mismo. Para peores, esta Lucha Política Verdadera se vuelve un medio de subsistencia, es decir, un empleo... Vamos mal... Lucho en tanto la cooperación Europea o yankee o lo que sea me financia mi luchita. Y mi luchita es un decir, en realidad no es mía, no, no. En realidad es la lucha de quién paga para que se dé la lucha. Incidencia política un día, el otro salud sexual reproductiva, el otro los objetivos del mileño y así. Todo parte del hacer y hacer mucho para que no cambie nada. Para que haya siempre algo por lo que quejarse, para que haya siempre alguien o algo en quién o en qué descargar mi ira y que me sirva para malmorir de la misma forma sólo que con signo diferente.

Desde lejos, todo esto lo único que me genera es la visión de un mar más violento, más oscuro y más siniestro.

Muchas veces he querido pertenecer a algo, a una causa, a una fe... Pero no creo en nada. La publicidad me ha despojado de la capacidad de creer. La vanidad propia y ajena me a quitado la esperanza.

Esto último es importante. La vanidad. A veces pienso que la mayor parte de las cosas que hago las hago buscando ser reconocido, ser nombrado, ser querido. Quisiera ser importante, ser recordado como Bolivar, el Che o Fidel. Quisiera ser admirado y tener el poder de fulminar con mi dedo índice, como el difunto Papa a Ernesto Cardenal. Hayé una parte de mí que se reconoce de esa forma. Pero hayé otra que no. Hay otra parte de mi que no quisiera fulminar a nadie con el dedo índice, como el difunto Papa a Ernesto Cardenal. Que no quiere utilizar su estatus, ya sea de funcionario, de revolucionario o de reaccionario, para hacer violencia a otros. Que no quiere, que se niega, a obtener prestigio y poder a costa de otros. A costa de venderse, a costa de envilecerse, a costa de ser mezquino, de sintir envidia, de desear el mal a otros.

Ahora, ¿toda esta hablada de mierda para qué? Para decir que no se hace nada hablando, pero tampoco haciendo sin reflexión, sin crecer desde dentro, sin reconocerse y sin pensarse en situación.

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