martes, 25 de noviembre de 2008

Carta a un/a desconocid@

Discúlpeme señor/a, quién quiera que sea.
Mi intención no fue herir sus sentimientos
ni atizar sus odios.
Siento mucho que mis palabras le hagan ruido.
Suena usted como una persona que siente la necesidad de agredir.
Entiendo.
Cuando no se ve lo que lastima, es preciso tirar patadas para todo lado.
Ser la guerra de la que soy víctima.
Comprendo.
Mejor patear al perro del vecino o gritarle al anciano que convoca ser agredido en la calle que hacerme responsable de la violencia que hay en mí y transformarla.
Eso es normal, absolutamente normal, brutalmente normal.
Yo, como no albergo ningún odio puntual hacia usted,
ni le conozco, ni tengo razones suficientes para quererle mal,
quisiera que usted acepte mis disculpas por haberle causado dolor con lo que he dicho.
No era mi intención.
Posiblemente tengamos miedos similares, preocupaciones parecidas, o no.
Y eso está bien. Así es como es.
Un abrazo sincero y sentido.

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