El imperio tiene nuevo césar. El nuevo césar es mulato. Ese es un dato pintoresco; histórico, en el sentido de que es atípico en un país caracterizado por el racismo militante. Yo fuí de los escépticos que creyó que no iban a elegir a un presidente con información genética y pigmentación africana.
Sin embargo, el resultado de éstas elecciones en el mayor y más agresivo imperio que la historia humana haya conocido jamás, no cambia a quién manda: el Gran Dinero, como nos advierte el profesor.
La concentración de melanina en la piel del césar no anuncia ninguna revolución. Martin Luther King jamás hubiese sido presidente de EE.UU, Malcom X tampoco.
El césar es césar porque el imperio lo produjo césar. Es una estructura, no una persona.
"We shall overcome some day".
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