viernes, 28 de noviembre de 2008

Más que la prédica importa la liturgia

Cuando la 'autoridad', el orden, solo representa a los intereses de unos pocos y de quienes les ayudan a seguir siendo pocos, terminando por formar parte de ellos o siéndolo desde su inicio, una religiosidad clerical que lleve generalizadamente a la población, que podría insurreccionarse, a controlarse a sí misma y a avergonzarse sistemáticamente de sí para regocijarse íntimamente solo en su obediencia 'religiosa' al templo y su ortodoxia (valorada como fe religiosa) resulta necesaria y, estrictamente, impagable. Siguiendo el aviso de MasterCard, "no tiene precio".

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Como se ve, en América Latina, la propiedad excluyente es Dios, es decir su voluntad. El prestigio es Dios. El dinero es Dios. Los ejércitos son Dios. La represión es Dios. Los únicos que no lo son, o que lo son solo si obedecen, "aunque no les hayan dado la tierra" ni tampoco puedan avisar el cielo, son las poblaciones humildes, cada empobrecido. Dios reina sobre ellos, pero Él no es chusma, rebaño, impotencia. Pecado.

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En la realidad, al clero no le interesa que sus fieles se "porten mal..." lo importante es que se sientan/sepan transgresores y liguen su transgresión con la culpa, el sobresalto y la infelicidad.

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