martes, 29 de julio de 2008

Perdonen la tristeza

Hoy es triste existir en este planeta. Todo lo que no veo se avalanza sobre mí y me aprieta el pecho y las ganas. Estoy en el lugar de mi fantasma; soy el fantasma redivivo. El fantansma que me habita no soy yo, pero es el que habla, es el que escribe y es él el que espanta.

Y espanto y me espanto. Soy un espantapájaros que espanta los propios pájaros de su cabeza. Cabeza rellena de paja, niebla y nieve.

Apenas me sostengo en esta balsa de escombros; a menudo me falta el aire y veo a la muerte en el agua, en estas olas que caen sobre mi y me empujan al fondo. En este viento que me nubla los oídos y me ensordece la mirada y no entiendo nada.

Las voces de mis amigos me dicen que me vaya. No tengo fuerzas para irme, el cuerpo no reacciona a pesar de que el cerebro me lo suplica.

A la altura del corazón y los pulmones, un nudo mudo. Unas ganas de llorar de niño. Una soledad de niño. Una desprotección de niño. Del niño que nunca fuí, porque nunca estuve, porque estuvo el miedo y el desamparo en vez de mí.

Favor no se molesten, ya casi me estoy yendo. Perdonen la tristeza.

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