miércoles, 30 de julio de 2008

Veintinueve a cero

La luz apenas se veía
y sin embargo nací
Luego toda la vida siguió
me quedé
en la estridencia de la luz
en el ruido del desinfectante
y el helado metálico destello del acero inoxidable
desde entonces cargo un hospital en el horizonte
y una sepultura en el porvernir
en la mandíbula una soga
alambres de púas por manos
dos zapatos izquierdos
los pasos de regreso
los pies en círculo
los tres tristes tigres
que frío comieron.

1 comentario:

Sally dijo...

En estos veintinueve también han habido zapatos derechos, mandíbula sin soga, pasos al frente y en el horizonte algo más que un hospital... siempre hay una rosa en otro lugar esperando por amor... y Antoine sabe querer... lo dice más arriba!