miércoles, 3 de septiembre de 2008

Sobre el empleo y el trabajo

Tener empleo no es lo mismo que trabajar. El empleo es una actividad -no necesariamente productiva- que se realiza para subsistir. El trabajo es otra cosa. Otro tipo de relación con uno mismo y con los/as otro/as. Es algo que edifica, que produce alegría, propia y compartida. Es una actividad productiva, en el mejor sentido de la palabra. Quién trabaja, no sabe que trabaja cuando trabaja o es felíz cuando lo hace. El trabajo es libre juego de las capacidades humanas.

Trabaja quién es artista, es decir, quién logra dar carácter propio a lo que hace. Quién logra producir sentido y se refleja en él con autonomía y autoestíma.

El trabajo es parte de la sexualidad, porque proviene de energía corporal orientada hacia algún objetivo gratificante. Se trabaja por placer. Por esta razón es que sabemos que no existe trabajo en nuestras sociedades, salvo por excepciones antisistémicas, rarezas o talento.

Hay cierta cantidad de esfuerzo humano que debe ser dedicado a actividades displacenteras. Se requiere una cuota de energía humana o libído dirigida a reproducir la vida individual y del colectivo social. Siempre habrá platos que lavar, pisos que limpiar o basura que recoger. Este es el reino de la necesidad.

Lo anterior sólo significa que el trabajo pleno y absolútamente libre no puede existir, más que como tendencia. Es decir, se puede aspirar a que las formaciones sociales potencien el trabajo, sin embargo, no será posible eliminar por completo el esfuerzo dedicado a tareas no gratificantes.

Sin embargo, nuestras formaciones sociales contemporáneas bloquean el trabajo porque pervierten el reino de la necesidad. El modo de producción está organizado para satisfacer la necesidad del capital de reproducirse ilimitadamente (ilusoriamente), no está organizado para satisfacer las necesidades de las personas y del entorno natural.

De esta forma, la cantidad de libído socialmente requerida para producir mercacías y reproducir el dinero es tan ilimitada como el imperativo de multiplicar ganancias.

En este sentido, la relación salarial es una expropiación del cuerpo humano y sus energías. Es un abuso sexual stricto sensu. El cuerpo de la persona está al servicio de la reproducción del capital y esta persona no puede elegir, tiene que vender su cuerpo para poder vivir. El placer y la posibilidad de vivir estan mediados por el dinero y su capacidad compra; o sea, la capacidad de cada quién de adquirir mercancías que permitan a la persona sobrevivir y procurarse también poder y prestigio.

Por otro lado, la persona es expropiada del producto de su esfuerzo, que se convierte en mercancía. En una imágen del profesor, las mercancías se avalanzan sobre los/as trabajadores/as desde las vitrinas de los centros comerciales para aplastárlos/as.

Para agravar el empobrecimiento, estas sociedades no pueden garantizar el empleo a todas las personas; tampoco lo desean. El modo de producción consume vidas para animar mercancías y atizar ganancias.

...

No hay comentarios.: