domingo, 7 de septiembre de 2008

Una conversación con el profesor

.- ¿Por qué se emplea la expresión hecho civilizatorio para referirse a la puesta en circulación de preservativos de gran efectividad?

HG.- Bueno, es una aplicación de la categoría de “proceso civilizatorio” de la Antropología Cultural. El proceso civilizatorio hace referencia a un cambio radical en los medios de trabajo que conlleva otra manera de producir y repartir la riqueza y también a la gestación de nuevas mentalidades. Llamo ‘hecho civilizatorio’ a un suceso que debería permitirnos organizar nuestra existencia personal y social de una manera cualitativamente distinta, es decir que nos faculta para sentir el mundo y estar en él de una manera distinta a como lo hemos hecho antes. Esto es lo que ocurre cuando se puede separar universalmente la sexualidad reproductiva y la libido orientada a la gratificación personal sin sobrerrepresión ni fijación genital. Esto debería hacernos más libres y más responsables. Y menos neuróticos, o sea podríamos imaginar y desear felicidad sin violencia, sin agresión, sin martirizar a otros o despojarlos de sus identidades y dignidades. Podríamos asociar gratificación con un mundo con diferencias, pero sin guerras ni discriminación. Si usted quiere, un mundo “femenino”, sin la agresividad patriarcal.

.- ¿Por qué un mundo “femenino”?

HG.- Estoy pensando en una oposición. El patriarcado vende la imagen de que el varón es el sexo fuerte. En realidad la mujer es genitalmente más poderosa. El macho en la especie es más limitado. Menos orgasmos y menos intensos, eyaculaciones decrecientes, agotamiento físico y cansancio del deseo más prontos. Por esta razón ‘puramente biológica’ las mujeres no pueden exaltar o propiciar el sexo restrictivamente genital. Si desean mantener a sus parejas masculinas “vivas”, y a los varones como parte de la especie, tienen que combinar genitalidad con valores como la ternura y la simpatía, es decir por su capacidad genital en la especie las mujeres tienden a orientarse culturalmente a una libido polimorfa, creadora de vida y de belleza integradoras. Los varones somos más neuróticos e irritables y la conciencia de nuestra impotencia nos lleva a la intimidación, la agresión y la guerra y al coito. Las formas patriarcales de propiedad juegan también un papel en esto. Lo mismo hacen las mujeres que han internalizado la cultura patriarcal, que son la mayoría todavía. Entonces la feminización de la existencia puede incluir a mujeres y varones eróticos y no frustrados que aspiran a una existencia sin guerra. Pero, claro, esto es sexo-ficción, política ficción, cultura-ficción. Sin embargo, considerando la miseria libidinal actual vale la pena intentar avanzar hacia ello.

Conversación completa

No hay comentarios.: